Era una tarde soleada. En ese pueblo nada parecía suceder como interesante. Las horas pasaban, y la soledad abundaba. Los perros deambulaban en busca de una sombra, ella me contaba, cosas que no sabía. Yo pensaba que él todo lo sabía. Desde que los vi pasar por esa puerta, supe que todo cambiaría. Mis mejillas se ruborizaron al verlo acercarse. Su nombre era Christian Bonsái, algo extraño pero cuando llegó a la casa, dejaron de ser una simple cosa que no se creía capaz de serlo. Se quitó su ropa, se vistió con un trajecito de policía que lo compró unas semanas atrás, en un stand de la salada, y se maquilló muy sexy, y se dispuso a salir del baño. Nada nada lo detenía, la paja estaba con todos ellos, podían ver lo feliz que eran los demás, menos su felicidad. Eso no existía en ellos. Sus rostros lo reflejaban. Fue ahí cuando era el trabajo de Super Mayra Re March, una heroína que aconsejaba a todos, pensaban que fumar bajo los pinos, y bailar como los wachiturros era ilegal,pero fue allí cuando la policía se dio cuenta que eran unas pobres criaturas indefensas, capaces de dañar a alguien. Les pidió que se porten bien, y que no tengan sexo pero los perros bailaban al compas de la electrónica, juntos podían ver que el sol pegaba en medio de las gafas truchas, pero eso no importaba. Medios mareados, medios aturdidos, seguían su camino hacia el departamento, donde vivía Nicolás, ese chico raro que en la costa, cuando todos habían engordado de comer tanta rabia de Shakira, y estar todas locas sabían que el momento indicado había llegado. Alguien debía de tomar la decisión indicada, alguien debía de morir. Melinga Rojas, quien era la líder femenina del grupo que con sus poderes, super grasas empezó a disolver las llaves de las jaulas mortales de de los cuales estaban prisioneros. Todo iba bien hasta que Christian Bonsai comenzó a descubrir sus poderes de grasas trans, entonces se armó una guerra de grasa que dio el descubrimiento a la cumbia y la mayonesa.
Fin

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29.07.2011
Jere Sandoval
Nicolás Riera
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